ENTREVISTA

Por Blanca Silveira-Armesto
La libertad (1932)

Delhy Tejero: la artista de los bellos sueños


¿Gitana? ¿Oriental? … No, no, Delhy; simplemente española con todas las características de la raza: alma fuerte, apasionada… Al oír nuestra rotunda afirmación se ilumina complacido el rostro de Delhy Tejero, esta artista de gesto constantemente móvil y mirar profundo e inquietante. Y dice mientras su risa fácil y pronta suena alegremente.

- No sabe lo que me agrada oírla hablar así, porque se empreñan creerme de no sé cuántos sitios…

Cesa la risa juvenil y grata. Se entornan perezosamente los ojos de mirar profundo y las manos extrañamente pálidas e inquietantes simulan trazar un paisaje fantástico en el mármol que nos separa.

- ¿Cómo siente usted su arte, Delhy?

Íntima e intensamente. Lo siento a todas horas, en todos los minutos… Es a veces tal mi entusiasmo que me falta espacio en que poder pintar o dibujar todo lo que sueño.

- ¿Qué prefiere: el dibujo o la pintura?

Las dos cosas me atraen por igual. En el dibujo hallo la expresión más fácil para recoger mi primera impresión. En la pintura en cambio encuentro el encanto de ver cómo a medida de mi deseo van armonizándose los colores, llenándose de vida… Me interesa ante todo la pintura al fresco. Le hallo un matiz nuevo y amplio. En mi clase de Pintura Mural de la escuela de Artes y Oficios, siento a veces el deseo infinito de un muro grande, inmenso, donde quepan todas las ideas amplias y bellas… Es como un magnífico sueño de decoración.

- ¿Qué desea usted para el porvenir?

Llegar a ser la mejor pintora del mundo, dice definitivamente.

- ¿Nada más?

Ni nada menos. Mis deseos, igual que mis sueños, son siempre grandes. ¿Para qué voy a pensar en cosas pequeñas si están a mi alcance continuamente?.

- Feliz optimismo demuestra usted al hablar así...

Creo tenerlo, pero sobretodo una gran voluntad. Me propuse ser pintora e ingresé en San Fernando. Luego quise colaborar con mis dibujos en las revistas madrileñas y también lo conseguí. Ahora quiero seguir mi camino en una constante superación y para ello pondré todo mi entusiasmo, toda mi energía.

- ¿Cómo han sido sus primeros pasos artísticos en Madrid?

De una gran confianza y fe, hallándome dispuesta para la lucha. - Hace poco le han dado una medalla, ¿verdad? - Una tercera en la Exposición Nacional.

- ¿Contenta con eso?

Contenta siempre… y triste. Hay en mi una gran cantidad de optimismo y pesimismo unidos que hacen alegrarme por todo y entristecerme por todo también.

Calla unos instantes nuestra joven interlocutora y en su rostro levemente bronceado se refleja toda la complejidad de su espíritu, que atrae como una nota nueva y envolvente. Y seguimos preguntando:

- En general, ¿qué le parece la vida?

Corta. Muy corta. No da tiempo para nada. Pero es buena y grata. Más cuando se sabe vivirla en un maravilloso mundo interior poblado de unos bellos sueños…

Por unos instantes parece perderse en una lejanía misteriosa los ojos grandes y profundos de Delhy Tejero. Después regresan con un matiz ilusionado para terminar por reír, igual que la boca levemente acarminada.

- ¿Hablamos ahora de asuntos político-sociales, Delhy?

¡Entiendo tan poco! Pero de todos modos…

- Va a empezar por decirnos qué le parece esta nueva España que nos trajo la República.

Pues… encantada por todos los beneficios conseguidos en general, y en particular por la cultura que empieza a extenderse por nuestra patria. Esto es lo que más me alegra.

- ¿Y las libertades que vino a proporcionar la República a la mujer española?

Magníficas indudablemente, puesto que son de justicia. Pero la mujer…

- ¿Qué concepto le merece?

En general… malo. No creo a las mujeres capaces de dejar los prejuicios anacrónicos que una política y moral mal entendidas les obligan a tener.

- Bien. Pero ¿no será demasiada aventurada su afirmación? La mujer se vigoriza por momentos de un modo asombroso...

Tal vez, pero aún así…

- ¿No la cree capaz usted de llevar dignamente su bandera de libertades?

No sé hasta donde puede llegar. Es muy posible que en el futuro sea la base de una España progresiva y feliz. Pero verdaderamente por ahora no se puede afirmar nada. La mujer está en evolución. Eso es todo. Sólo nos cabe esperar los resultados que, desde luego, confío sean altamente beneficiosos. Nada más.

- Pero por lo menos. ¿cree usted que en porvenir espléndido que todos deseamos para nuestra patria será un valor rotundo para la mujer?

Desde luego. Todo consiste en el mayor o menor tiempo que tarde en desprenderse de sus antiguos prejuicios sociales y en emplear sus actividades en el bien general.

- Bueno. Ya hora, por último ¿quiere contarme algo más de su arte?

Creo haberle dicho lo más esencial. Ahora me interesa añadir que tanto como la pintura me gusta la guitarra.

- ¿De veras?

Si. Y la toco regular. Tiene usted que oírme, Tengo una guitarra magnífica, regalo de un mozo guapo y juncal, allá en un pueblín de Castilla...